PARA VOLAR,
dolida de mí,
tuve que encontrarte
y hundirme en el cielo inextinguible de tus ojos.
Me crecieron alas
y aterricé en las ciudades de hoteles azules,
refugios prestados que nos comprendieron.
Para volar tuve que encontrarte
y mi sexo dormido bajo la tierra
tembló, gozoso volcán.
Más telúrica, terrena, tierna me hice.
Brotaron de mi cuerpo plumas brillantes
que acariciaste entre el aire y las nubes.
El amor contigo es sobrevolar
muchas patrias y detenerme cuando tu voz
me dice: Princesa, aspiro a palpar tu espíritu.
Volar en primitivo fuego
con la energía de tus besos,
maniobras furtivas
que vencen obstáculos.
Para volar tuve que encontrarte
que me turbes, estrellarme
y pensar en la Yourcenar:
Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.
Tanto vuelo solo puede ser
la irrefutable prueba de un gran amor.
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